18 de octubre de 2008

Tirar las estatuas al mar

Hace pocos días se cumplieron 42 años de la Operación Cóndor, cuando un grupo de jóvenes secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas, y lo hicieron aterrizar en las Islas Malvinas para reivindicar la soberanía argentina en el archipiélago. Roberto Bardini recuerda el hecho en una nota, y escribe -especialmente- sobre el "olvido" del mismo por los grandes medios de comunicación.

Recuerda la nota que en ese momento estaba en Córdoba el historiador y filósofo inglés Arnold J. Toynbee (1889 - 1975) quien escribió posteriormente en un libro ("Entre el Maule y el Amazonas" - 1967):

"La acción de los saboteadores fue, en consecuencia, muy censurada no sólo por el gobierno sino también por el periodismo responsable. Sin embargo, [...] tanto la prensa como el gobierno, enfatizaron de todas maneras el hecho de que todos los argentinos estaban de acuerdo en sostener que las islas eran legalmente suyas, que el reclamo británico sobre ellas no tenía valor alguno..."
Mientras el respetable filósofo valora la prudente actitud tanto del gobierno (en ese momento de Onganía) como del periodismo responsable, no deja de advertir "el hecho de que todos los argentinos estaban de acuerdo en sostener que las islas eran legalmente suyas", y culpa a la educación que a su manera de ver ha logrado que:

"En algunos países latinoamericanos, los libertadores nacionales del siglo XIX son ahora venerados como héroes; se los reverencia como verdaderos dioses. El nacionalismo, en verdad, se ha convertido en una religión más potente que el cristianismo".
Toynbee fue director del Royal Institute of International Affairs (RIIA - Instituto Real de Relaciones Internacionales) con sede en Londres, entidad hermana del Council on Foreign Relations (CFR), de los Estados Unidos. "bancos de cerebros" cuya misión principal es defender los intereses mundiales anglo-norteamericanos y promover la globalización, y para quienes todo lo que tenga que ver con el nacionalismo (salvo que sea ingles, sionista o norteamericano) es un estorbo.

Por eso no sorprende el consejo que nos da en otro capítulo de su libro:

"Si yo fuera un integracionista latinoamericano, mi primer paso sería arrojar todas las estatuas de San Martín al Atlántico, todas las estatuas de O’Higgins al Pacífico y todas las de Bolívar al Caribe, y prohibiría que las reemplazaran, bajo pena de muerte".
Ya están lejos los tiempos en que tenían que disimular sus objetivos:

"En el presente estamos trabajando discretamente, pero con todo nuestro esfuerzo para arrancar esa misteriosa fuerza llamada soberanía de las garras de los estados nacionales de nuestro mundo. Y todo el tiempo estamos negando con nuestros labios lo que hacemos con nuestras manos, porque impugnar la soberanía de los estados nacionales del mundo es todavía una herejía por la cual un hombre de estado o un publicista quizá pueda no ser quemado en la hoguera, pero sí desacreditado y excluido de la sociedad."

(A. Toynbee: Monografía leida en la Cuarta Conferencia anual del Instituto para el Estudio Científico de las Relaciones Internacionales. Copenhague, junio de 1931. Informe Especial publicado por The Spothligh. Washington, DC. l989)

Por si bien nadie se anima a "tirar las estatuas al mar", tienen otras maneras mas sutiles de hacerlo.

No recordar en los medios la Operación Cóndor, ni siquiera para criticarla; dejar que pasen desapercibidas gestas como la Defensa de Buenos Aires, de la que el año pasado se cumplieron 200 años; olvidar que existió Vuelta de Obligado; cambiar la fecha de los feriados, por ejemplo el Día de la Bandera (muerte de Belgrano), muerte de San Martín, etc. -convirtiéndolos en pretexto para fomentar el turismo- son las maneras de "tirar las estatuas al mar" que encontraron los políticos y los medios responsables.


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